El Chelsea había disecado aparentemente al Barcelona, negado por segundo partido, el quinto en lo que iba de temporada.
Hasta que apareció Iniesta y respondió a Essien con un remate de diseño desde la media luna tan bonito que pareció un tiro libre: la pelota entró a cámara lenta, limpia, para que la acción pudiera ser saboreada. Una delicia. Iniesta marcó en una dejada de Messi y Essien en un rechace. El uno no tiene nada que ver con el otro. Los goles fueron al fin y al cabo una fotografía del juego del Chelsea y del Barça, que alcanza la final de la Champions en Roma con un futbol exquisito después de asegurarse prácticamente la Liga y pelear el miércoles por la Copa.
Este fue un gol que marcó la historia del Fútbol Club Barcelona, y se recordará como uno de los mejores goles de la vida del club.
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